Era un día caluroso en el sur de Alicante, la noche anterior había llovido y el ambiente estaba pegajoso. Pedro se sentó en su silla favorita y comenzó a escribir en su libreta:
-Paso 1: Reunir todos los compuestos químicos. Paso 2: Hervir agua. Paso 3: Comprar tazas. Paso 4: Arreglar la...
En ese instante sonó el timbre de la puerta. Pedro se levantó con desgana y subió la escalera que le llevó al piso principal. El timbre sonó de nuevo.
-Paso 1: Reunir todos los compuestos químicos. Paso 2: Hervir agua. Paso 3: Comprar tazas. Paso 4: Arreglar la...
En ese instante sonó el timbre de la puerta. Pedro se levantó con desgana y subió la escalera que le llevó al piso principal. El timbre sonó de nuevo.
-Ya voy.
Y otra vez.
-¡Que ya voy!
Corrió hacia la puerta y apretó el botón del interfono.
-¿Qué demonios desea, buen hombre?
El joven al otro lado de la puerta tembló, se aclaró la garganta y timidamente respondió:
-Sr. Fuentes, traigo su paquete.
-No me interesa, gracias.
-Pero, señor, usted me envió a recogerlo. Aquí pone que proviene de china. ¡Y está a su nombre!
-Hoy en día todo proviene de china, muchacho.
-Pero señor, yo no quiero hacerme cargo de esto... huele raro.
A Pedro Fuentes se le iluminó la cara. Abrió la puerta precipitadamente, le arrebató el paquete de las manos y le lanzó un billete. Admirando la caja, le cerró la puerta en las narices al pobre recadero.
Bajó corriendo hasta el sótano y anotó:
-Compuestos químicos: hecho.
Con la caja y la libreta entre las manos, subió de nuevo y atravesó el salón hasta llegar a la cocina. Empezó a sacar recipientes de toda clase de los armarios hasta dar con una olla. Le agregó agua y la puso en la vitrocerámica. Seguidamente esquivó todo el desastre que había causado y se sentó en una de las sillas de madera del salón.
-Hervir agua: hecho.
Sonó el timbre otra vez. Pedro fue a abrir la puerta emocionado de pies a cabeza. Con una sonrisa de oreja a oreja, giró el pomo. Y al abrirla, esa sonrisa se desvaneció como quien sopla un diente de león.
-Ah, eres tú.
-Me encantan tus calurosas bienvenidas.
-¿Qué haces aquí?
-Han vuelto a dejar tu correo en mi buzón.
Y la sonrisa salió a la luz de nuevo al leer el cartel "FRÁGIL".
-Gracias, ya puedes irte.
-Yo también me alegro de verte, Pedro.
Tratar con su mujer siempre había sido tarea para expertos, pero desde que se divorciaron se había vuelto más insoportable aún.
-Comprar tazas: hecho.
La jubilación es algo que muchas personas desean, pero para Fuentes era la perdición. Añoraba su trabajo; estar en su laboratorio, trabajar con microscopios, hacer mezclas...
Preparar té chino fue lo más parecido a la química que Pedro pudo encontrar.
Mientras desenvolvía ambos paquetes se dio cuenta de algo crucial para la elaboración de té:
-¡Maldición, me he olvidado de encender el fuego!
~Continuará...
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